Nació El 7 de abril de 1910 y falleció el 2 de abril de 2008. Fue un periodista británico nacido en Nueva Zelanda. Aunque se graduó en Filosofía, Ciencias Políticas y Economía se dedicó a su verdadera vocación, ser periodista, a la que fue conducido por su compromiso político y sus ansias de tomar parte en los acontecimientos de su tiempo. Trabajó para el periódico liberal británico News Chronicle y fue enviado en octubre de 1936, con 26 años, a cubrir como corresponsal la Guerra Civil española, la cual marcó su destino como corresponsal de guerra.
Durante seis semanas informó al mundo de la heroica e inesperada resistencia de la capital española, a la cual dedicó su libro ‘La defensa de Madrid’, en el que no quería contar en primera persona sus experiencias sino dar protagonismo a los hechos y los madrileños que habían sido capaces de resistir.
Al principio de iniciarse la rebelión en España pensó que era otra oportunidad perdida de frenar al fascismo, pero cuando se formaron las barricadas en Madrid la situación cambió y se tenían esperanzas. Cox vio en esta guerra una guerra internacional. Su periódico opuesto totalmente a Franco y en general al fascismo era el único en Londres claramente a favor de la República, por ello cuando intentó entrar en la zona nacional se lo impidieron y volvió a Londres, pero fue enviado de nuevo. Al llegar se sintió muy comprometido con el pueblo español al que describía como maravilloso, heroico y de valientes. Poco después de su vuelta los corresponsales se empezaron a retirar a Valencia debido a la salida del Gobierno (republicano) hacia allí pero él se quedó en Madrid donde como muy bien le dijo su editor, allí estaba la noticia. Ésta según él fue una decisión muy acertada ya que junto al otro único periodista británico, Henry Buckley, recorrió los frentes y fue testigo de la resistencia de Madrid. Visitó junto a él el frente de Carabanchel y el de Getafe, y presenció por primera vez la retirada del ejercito republicano, que es una escena que el definió como inolvidable. No tuvo ninguna duda de que estaba informando de un acontecimiento de importancia histórica capital ya que por primera vez una fuerza surgida del pueblo era capaz de contener al fascismo.
En su estancia en España se alojó en el Hotel Gran Vía, justo en frente del edificio Telefónica que en noviembre de 1936 sufrió terribles bombardeos y graves daños pero nunca interrumpió sus servicios. En este edificio los corresponsales extranjeros subían a una planta exclusiva para ellos y en otra enviaban sus crónicas, pero antes de enviarlas pasaban la censura y luego ya dictaban la crónica (por teléfono) mientras un censor sentado frente a ellos cortaba la comunicación si alguno se desviaba una palabra de lo escrito. En esta época de la guerra los periodistas tenían la libertad de hablar con los soldados y generales, fue más tarde con la influencia estalinista cuando se limitó el contacto. Después de la guerra y de leer todo lo que había mandado dijo que no habría cambiado ni una palabra. Su intención era contar al público británico la heroica resistencia de los madrileños no el número de tanques enviados por los rusos.
Para contactar a diario con Londres había dos líneas y largas esperas, pero al final conseguían la comunicación. Contó también que en su tiempo libre iban a un bar llamado Miami, en el que lo único que se podía hacer era pasar el tiempo.
En noviembre del 1936 se esperaba la entrada inminente de Franco en Madrid con mucho miedo. Lo que conocían sobre lo que había hecho en el norte de África hacía creer que acabaría con todos sus opositores ya fueran periodistas, sindicalistas o gente inocente. [ Cox opinaba que la historia nunca perdonaría a Franco la cantidad de gente a la que mató para mantener su régimen.]
Salió de España por dos razones. Primero porque llevaba allí seis semanas y su periódico le dijo que volviera; y segundo porque para un periodista del News Chronicle era muy arriesgado caer en manos nacionales, y Franco había dicho que encarcelaría a cualquiera de ellos. Cuando volvió a su pais se dio cuenta de que su nombre había estado en portada cada día. Intentó convencer a su editor para que le enviase a Bilbao, pero en vez de a él envió a Phillip Jordan, y su periódico llegó tres días tarde al bombardeo de Guernika. Entonces quiso cambiar de periódico.
Para él la guerra de España fue mucho más ideológica que las siguientes en las que estuvo. Por ejemplo observó que en la Segunda Guerra Mundial el sentimiento antifascista era común y cuando llegó a Francia se dio cuenta que la ideología no importaba sino más bien los combates. Se sintió orgulloso de haber pertenecido al club de corresponsales que para él era el mejor del mundo y que tuvo como noticia España.
Al final de su vida, Geoffrey Cox, con 96 años contaba todo esto en una entrevista en la que se puede apreciar que conservaba toda su lucidez, una envidiable ironía y un recuerdo inolvidable de los días que pasó en Madrid.
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