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| Alfonso XIII. |
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| Primo de Rivera. |
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| Cartel de la película "El misterio de la Puerta del Sol" |
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| Miembros de la Generación del 98. |
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| Alfonso XIII. |
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| Primo de Rivera. |
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| Cartel de la película "El misterio de la Puerta del Sol" |
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| Miembros de la Generación del 98. |
Llegó el 15M justo cuando iba a haber elecciones en España. La cantidad de gente que se reunió en Sol, era impresionante. Me quedé sin palabras, no hubo violencia, sólo reclamamos nuestros derechos y luchamos por todo lo que se consiguió en el pasado y que debe seguir presente en nuestra vida actual y en un futuro. Es cierto que España está sumida en una crisis económica, pero es una crisis que sólo manejan unos pocos. Somos marionetas en manos de banqueros, empresarios y políticos que juegan con nuestra vida y nuestra sociedad a su antojo. Ver la Puerta del Sol totalmente llena de gente, llena de familias enteras, de jóvenes, de personas mayores, de todas partes de Madrid es algo único y que realmente te hace pensar y recapacitar. Estoy segura de que muchos vieron esas imágenes en televisión y salieron a la calle a manifestar su indignación. Poco a poco hubo manifestaciones en todas las ciudades de España, nos poníamos de acuerdo en todos los puntos del día que se debían debatir. Pero ya no sólo en España, sino también en Roma, Londres, Nueva York, Bruselas, Berlín, París... Infinidad de ciudades de todo el mundo. Los jóvenes por fin habíamos despertado.
En el siglo XVIII se produce el cambio de dinastía en España, de los Austrias a los Borbones. Esto trae consigo una nueva concepción de la infantería y del ejército, que se orienta a la organización francesa y se adapta a la evolución que van sufriendo las armas de fuego, por lo que se hace necesario reestructurar las tácticas de combate y la organización de las tropas. Para analizar el papel del ejército durante este siglo, habría que detenerse en la actuación respecto a este tema de los distintos monarcas que reinan en este período. Terminada la Guerra de Sucesión, Felipe V quita un buen número de regimientos de infantería y caballería, pero es bajo el reinado de Fernando VI cuando se desmantelará el ejército de tierra. La reforma que lleva a cabo el Marqués de la Ensenada, dio lugar a la disminución de 130.000 hombres que había en tiempos de Felipe V, a 60.000. Sin embargo, con Carlos III, vuelve a aumentar, ya que hubo de enfrentarse con varios conflictos bélicos, hasta situarse en 115.000 efectivos. Con Carlos IV, por el contrario, se volverá a los números de principios de siglo. 


Para comenzar a tratar el tema de la propiedad en el Antiguo Régimen hay que empezar diciendo que la sociedad de aquel momento era estamental y estaba dividida en el estamento privilegiado, compuesto por la nobleza y el clero, y el estamento no privilegiado, compuesto por el resto de la población y denominado tercer estado.
En aquella época el concepto de propiedad estaba mayoritariamente relacionado con el estamento privilegiado, es decir, los que tenían propiedades en esta sociedad eran los nobles y los clérigos además, por supuesto, de la monarquía.
Existían los señoríos que eran propiedad de los denominados señores (o señores feudales) y eran una donación de tierras entregada a nobles y a clérigos por el monarca como recompensa por los servicios prestados y por sus méritos. Los encargados de trabajar estas tierras eran los campesinos.Estos señoríos se conviertieron en el eje que articulaba la vida del antiguo régimen y es lo que se llama régimen señorial.
Dentro de este régimen señorial se distinguen dos tipos de señoríos, son el territorial o solariego y el jurisdiccional, este último era el que más predominaba en época moderna. El señor encargado del territorial en teoría tenía una vinculación más estrecha con la tierra mientras que en cambio el señor encargado del jurisdiccional solo se encargaba de recibir la renta, tiene la propiedad eminente de la tierra mientras que el siervo tiene el dominio útil. Los campesinos estaban siempre sometidos a la superioridad de los señores, esto era lo normal en una sociedad en la cual la desigualdad era un factor totalmente corriente de la época.
Para finalizar debemos comentar que este concepto de propiedad en la sociedad estamental cambia tras la Revolución Francesa de 1789 cuando se declara a la propiedad libre de cargas feudales. En España este régimen fue abolido por la Constitución de 1812.
La tripulación al mando de Cristóbal Colón divisó por primera vez tierra firme en la madrugada del 12 de octubre de 1492, a pesar de la poca confianza que había puesto Europa en esta peculiar travesía. Colón había llegado a la isla de La Española, -lo que él pensaba las Indias-. Pero no contento con este primer viaje, realizó cuatro más hasta dar con Cuba, la zona de las Honduras, Nicaragua, las Antillas, Costa Rica y Panamá.
Con el propósito de lograr sus objetivos, –colonizar los nuevos territorios-, no dudaron en emplear violencia, engaños y traiciones.
En cada territorio se nombraba a un virrey –normalmente procedente de bien posicionadas familias españolas-, que debía ocuparse de mantener el orden e informar de los altercados a la capital. Actuaban de igual modo que el monarca, con total impunidad, dentro de los límites que les imponía la corona ya que, para evitar abusos de poder, se les hacía “visitas y residencias”. Fueron dos los virreinatos en América: el de Nueva España y el de Perú.
El ámbito más destacable de esta época fue el económico. El comercio era considerado monopolio castellano, y es que las arcas del Estado se llenaron de oro y plata, no solo de las múltiples excavaciones que expoliaron las minas americanas –como la de Potosí-, sino por todo el capital que generó la compra-venta de nuevos productos que los europeos no habían visto jamás, pero que acabarían siendo fundamentales incluso para el consumo actual. El tabaco, la patata, el maíz o el café cruzaban el charco en pocas semanas y enriquecían Castilla.
En definitiva, desde la dinastía de Austria se comenzó a hablar de un imperio global ya que toda esta colonización propició las relaciones internacionales -por lo menos desde un punto de vista económico-.
s que había encontrado en uno de los capítulos que perfilaban las tiranteces entre la monarquía hispánica e Inglaterra. Tras varios enfrentamientos, Felipe III, planteándose la situación de otra manera, decidió que la mejor forma de solucionar el conflicto entre ambos bandos era mediante el pacto. Los españoles dejarían de apoyar la sublevación de los católicos irlandeses, mientras que los ingleses no sufragarían las rebeliones en las Provincias Unidas. Así pues, se firmó en 1604 la Paz de Londres, pero no contentos con la estabilidad que este acuerdo suponía, tanto los Austrias -ya con Felipe IV -, como los ingleses -con Jacobo I – quisieron emparentar ambas casas reales con el enlace entre Carlos Estuardo –príncipe de Gales –, y María Ana –hija de Felipe III -. Sin embargo, no fue solo este dato lo que me llamó la atención y me mantuvo pensativa hasta llegar a la estación de Laguna, sino el hecho de que me remontase a una lectura –El Capitán Alatriste –que hice ya hace varios años y que, curiosamente, trataba el mismo tema…
a punto de ensartar con su espada al duque de Buckingham y al mismísimo heredero a la corona inglesa –un asesinato por encargo-, cuando ambos se dirigían a Madrid para afianzar el enlace entre este último y su amada María. De nuevo podía ver cómo se entremezclaban sus personajes literarios con todo el entorno histórico, social y cultural del siglo XVII, una contextualización real. Pero, entonces, si era cierto que se intentó consolidar el matrimonio entre los dos jóvenes, ¿también lo fue su estancia en la península? Y lo que es más, ¿llegaron verdaderamente a sufrir un asalto en el intento? Todas estas dudas me resonaban como voces inquisidoras en la cabeza, pero por esa noche, decidí cerrar el libro e irme a dormir…
pe de Gales en territorio castellano. De este modo, se representó la ya mencionada obra de Calderón, cuya trama era muy similar a los hechos vividos por el delfín inglés, dicen algunos, para acercar al heredero el teatro del Siglo de Oro con una temática que le resultase más conocida. Bien se encargaron de representar una obra en la que un monarca inglés –Eduardo III de Inglaterra- vive un intenso deseo amoroso por la hija del conde de Salveric, “y ha de casarse con ella para ver cumplidos sus propósitos amorosos” (Vila Carneiro, 2011: 104) Casi podía imaginarme al joven enamorado haciendo esfuerzos por seguir la trama de la obra debido a su rudimentario español, pero aún así, prendado del escenario en el que, entre sueños, se imaginaba con su bellísima María, viviendo por fin su tan ansiado romance.
que la escultura me chocó. Me esperaba algo mucho más sutil, viniendo de manos de Felipe IV. Pero Carlos se encontró frente a frente con esta figura de Sansón en posición amenazante cortándole la cabeza a uno de los – como dice la leyenda –mil filisteos. ¿Os imagináis al joven heredero cargando con ese peso muerto? Desde luego, eso no parecía un regalo de boda, aunque quizás fuese una especie de metáfora, aludiendo al propio príncipe como “un Sansón” que tendría que afrontar los peligros que se le venían encima por este matrimonio que parecía no consolidarse nunca. Sea como fuere, Carlos, en ese momento, no era consciente de que esta colosal escultura parecía querer profetizar su futuro degollamiento, convirtiéndose, esta vez él, en el filisteo, y muriendo años después a manos de un peculiar Sansón – Cromwell-. ¡Qué lejos estaban los sentimientos de este joven Carlos de lo que luego le depararía la vida!

Cataluña contribuía en gastos de defensa, pero se negaba a sufragar las guerras de la Corona, ya que se encontraban fuera de su territorio. Las Cortes, formadas por la nobleza, alto clero y la burguesía, fueron reunidas en Cataluña, pero la hostilidad era evidente. Por otro lado, cabe destacar también la cuestión de los Virreyes, como el Marqués de Almazón o el Duque de Alcalá que, colocados en dicho puesto para controlar el bandolerismo, fueron tomados por los catalanes como una conspiración castellana contra el gobierno autónomo. A pesar de todo esto y de la obvia discrepancia respecto a la Unión de Armas por parte de Cataluña, se decidió seguir adelante.
Castilla entra en guerra con Francia, y Olivares escoge deliberadamente a Cataluña como frente contra los franceses, con la finalidad de que participasen en la contienda. Cataluña es elegida para acoger a las tropas, pero se oponen a ello y estalla la Revolución en 1640.
Cabe destacar el día del Corpus Christi, en el que grupos de campesinos atacaron Barcelona y asesinaron al virrey. Ante esto, ni las propias autoridades catalanas se veían capaces de hacer frente a la revuelta. Por lo tanto, lo que comenzó siendo una lucha contra Castilla, derivó en un conflicto entre campesinos pobres y la nobleza y adinerados de las ciudades.
Cataluña pide ayuda al principal enemigo del Rey: Luis XIII, mediante el Pacto de Ceret. Los catalanes, a diferencia de lo ocurrido con Castilla, sufragan al ejército francés, y el 16 de Enero de 1641, Cataluña se nombra República Independiente bajo la protección de Francia, y se somete, de manera voluntaria, al gobierno del Monarca Francés, que es nombrado Conde de Barcelona.
Más tarde, la crisis económica,unida a un nuevo brote de peste y a la opresión francesa, peor que la castellana, provocó el agotamiento de los catalanes. Fueron atacados de nuevo por Felipe IV, que aprovechó el descontento popular para recuperar el reino catalán, y en 1652, es nombrado soberano.
Como conclusión y para finalizar, aun encontrándose bajo el poder de Castilla y más tarde de los franceses, se podría decir que la Revolución de los Catalanes de 1640, es el inicio de los nacionalismos tal y como hoy en día los conocemos, a pesar de que en un principio, Cataluña no buscaba como finalidad la independencia respecto a Castilla, sino la pervivencia de sus derechos, así como de su cultura, que tanto han venido defendiendo a lo largo de la Historia.